Descripción del autor

Los escritores, raza tan difícil y tan oscura, amamos a nuestras obras como hijos bastardos que se parecen a nosotros mucho más que los legítimos. Este libro es el jardín de infancia donde se han encontrado todos estos niños. Entre ellos hay diferencias, distintos gustos y caracteres, y discrepan tanto en su evolución que algunos no se hablan, otros se adoran y el resto se soportan en un ejercicio de obediencia debida al progenitor. Atrás han quedado espíritus sin encarnar, cópulas sin amor, ejercicios gimnásticos y ensayos en la memoria, cuyo producto fue tan generoso que ni siquiera quiso nacer. En Buenos Aires conocí el precioso apelativo de "Maestra Jardinera", así, en femenino exclusivamente, porque parece que los hombres no estemos hechos para creer en la infancia. Como sé que esto no es verdad, recurro a que si eres mujer, te hagas Maestra Jardinera por unas horas para que apliques ese cariño recto que necesitan los niños. Y si eres varón, sé que el ejercicio no te va a ser tan duro como tus amigos se creen que eres. Tómalo como un ruego. Que os sea muy agradable. José Antonio Prades
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